La resaca autocrática. Emoción del momento
Autor: ValentÃn Paz-Andrade
Data de publicación: 28 de novembro de 1922
Medio: Galicia, nº 109
Galicia, 109, Vigo, 28 de novembro de 1922. Recollido en O xornal Galicia (1922-1926) o alento da modernidade, Consello da Cultura Galega / A Nosa Terra, Santiago de Compostela, 2003, pp. 224-225.
Por V. PAZ-ANDRADE
Con profunda sinceridad, como quien cumple deberes de conciencia, expusimos en el artículo antecedente, un amargo convencimiento nuestro acerca de los agrarios y la huelga.
Hoy nos toca enjuiciar, con la misma austeridad de pensamiento, el otro de los dos aspectos dispares que ofrece el prolongado conflicto, actualmente planteado en la ciudad episcopal del Miño.
Hubiéramos evitado esta reincidencia en el tema si viésemos que frente al gesto insumiso de los agrarios, solo la ley obrase de por sí, con su soberana eficacia inmanente. Si viésemos en la aplicación de la ley una desnuda intención de justicia. Pero... es que a través de los mitos legales han transparentado sus acuciantes concupiscencias, los políticos.
Dijérase que alienta en los profesionales de la gobernación del estado el afán obstinado de fomentar la sistemática rebeldía de los poderes, en contra de las aspiraciones de los pueblos.
Todo ideal de liberación nace ya condenado a pasar por un largo martirio, por una lenta y penosa maceración. A cada demanda del país, el Gobierno no contesta con la intención de satisfacerla, sino con el propósito de reprimirla, sin pararse a distinguir lo que es desunión de lo que es anhelo.
No se advierte en los gobernantes interés alguno por dar soluciones definitivas a los problemas planteados sobre las vastas tierras muertas de España. Por el contrario, la táctica es soslayar indefinidamente el trance de afrontar los conflictos, hasta que adquieren una virulencia tal, que justifique en vez de su solución, su estrangulamiento.
Y en esta imprudente práctica de la provocación desde arriba, tratándose de intereses gallegos los que más descaradamente se distinguen, son los ministros que en Galicia nacieron. Ellos, primeros culpables de la secular protomiseria de nuestra tierra e incapaces de encararse de una vez con los problemas del agro, apréstanse ahora para defender a la desesperada la perpetuación de sus feudos.
Solo a estas bajas conveniencias políticas responden las asechanzas,1 que la reacción de los viejos autócratas tiende al agrarismo, para entorpecer su desenvolvimiento y malograrlo con un golpe certero.
El caso de Tuy, aparte la minúscula infracción penal, no es más que un episodio de la revancha contra la rebeldía de los surcos, contra la emancipación de los agros, que hay que salvar por encima de todo, porque aún careciendo de valoración idealista, es el movimiento llamado a despertar la entraña secularmente dormida de la Matria.
Todo da la sensación de que España está gobernada por jueces, y no por políticos. A todos los problemas se les imprime un sesgo de tramitación judicial. Y es preciso que los gobernantes se despojen de ese aspecto de severidad de que ahora parecen revestirse.
Gobernar: esto es precisamente lo que necesita España. Sentir su conciencia gobernada por la comprensión de sus gobernantes... Gobernar pero no con el tricornio y el casco, asombrándonos la vida...
No texto reproducido polo xornal entre “asechanzas,” e “que la” insertouse a seguinte liña de texto: “quela d-o etao vb etao etoa...”, debido, quizais, a un erro do tipógrafo.