El Tranvía de Marín y su literatura
09/10/2012
Wenceslao Fernández Flórez ha escrito días pasados, un crónica acerca del ya famoso tranvía que, entre la ciudad de Pontevedra y el puerto de Marín, circula desde edad inmemorial. Anticipándose al ilustre humorísta, Julio Camba, Alfonso Castelao, Fernando Delapi y otros muchos ingenios, han consagrado prosas, caricaturas y hasta versos, a amenizar la pintoresca senectud del popular convoy. Pocas creaciones de la mente humana pueden, seguramente, vanagloriarse de haber proporcionado asunto a una tan copiosa literatura, como la que en torno a la vida y milagros del tranvía de Marín se ha producido.
A nuestro juicio, semejante fecundidad de inspiración literaria es susceptible de una incentiva explotación. Con el tranvía de Pontevedra a Marín, -aparte del negocio del transporte de mercancías y viajeros-, podría ensayarse fácilmente un gran negocio editorial, sin más esfuerzo que coleccionar los artículos, crónicas, chistes, versos, dibujos, cantares, etc., que sobre tema tan poderosamente sugeridor se han publicado. Eso, solo o junto con algunas de las gacetillas dando cuenta de descarrilamientos, averías, suspensiones pemporales, etc., que casi diariamente aparecen en la prensa de Pontevedra, llenaría muy justamente un tomo de 300 páginas. La publicación de la obra podría acometerse en la seguridad de obtener un verdadero éxito de librería; que no en vano habrían de figurar entre las páginas de la colección capítulos llamados a inmortalizarse en las futuras antológías de literatura humorística.
Un espíritu dotado de clara visión industrial, después de acometida la empresa, no la dejaría reducida a la edición de un volumen. Los largos años que, sin duda, aun le quedan de duración al tranvía, permitirían dar al negocio sucesivas amplitudes. Porque, es de saberse, que cuando acontece al convoy algún percance -que suele ser cada semana-, el Consejo de administración remite indefectiblemente una nota oficiosa a la prensa prometiendo y anunciando que muy pronto; de un día a otro, darán comienzo los trabajos preliminares para realizar la proyectada conversión del tranvía actual en uno eléctrico de porte moderno. Pero, a pesar de que los desacreditados anuncios vienen repitiéndose desde hace medio siglo, es el caso que las obras del tranvía eléctrico nunca dan comienzo; lo cual obliga a pensar en que el actual seguirá arrastrándose milagrosamente Dios sabe hasta que dichoso día. Supuesto esto y teniendo presente que, a medida que vayan trascurriendo los años, irán en aumento los achaques y la celebridad de esta institución locomóvil, y, por tanto, ofrecerá al escritor ávido de asuntos para sus producciones, una creciente abundancia de motivos dentro de dos o tres años habríase acumulado ya original de sobra para aun nuevo tomo de la literatura tranviaria.
Por este sencillo procedimiento, si imaginamos -y de ello lleva trazas- que el tranvía de Marín seguirá tirando otros tantos años como los que lleva de vida, al cabo de ese tiempo podría llegarse, no solo la publicación de una serie de obras completas, sino a la formación de una verdadera biblioteca, de obras escritas todas sobre tan inagotable como arcaico tema. Así, el tranvía de Marín devendría indirectamente en uno de los autores más fecundos de la historia literaria.
V. Paz Andrade.
En la parada de Lourizán, mientras la “locomotora” toma agua.
*Publicado en El Diario de Pontevedra o 28 de outubro de 1920